miércoles, 25 de noviembre de 2009

El engaño de estar hartas de estar hartas


Creo que acabo de encontrar uno más de esos escritos feminazis que casi puede hacer sombra a Scum, el manifiesto para el exterminio del hombre, que algunas deben considerar como su libro de cabecera. La CGT, grupo que siempre se caracterizó por su ecuanimidad y respeto a la igualdad de los seres humanos, se ha descolgado con una más de sus encíclicas, en esta ocasión aprovechando que el día 25 es el día de la violencia contra las mujeres. Por ellas, para ellas... y de ellos, por supuesto.

Transcribo literalmente el texto del panfleto que me encontré ¡en un centro oficial! Ahora parece que la Administración en vez de dedicarse a servir al ciudadano, se dedica a adoctrinarle con teorías radicales, poco igualitarias y abiertamente feminazis. Bueno, en realidad supongo que alguien lo dejó y como es políticamente correcto lo de hablar de violencia contra las mujeres nadie se atrevió a quitarlo.

Copio íntegramente el penoso texto del panfleto en el que, entre otras cosas, se dice que la famosa ley de violencia de género es muy bondadosa con los patriarcas que al parecer pueblan esta sociedad. Esta gente se ha quedado en los tiempos de Marx y Engels, y siguen creyendo que tienen que pagar la deuda histórica que al parecer el proletariado cometió con las mujeres.


A pesar de estar hartas, seguiremos reivindicando y diciendo y gritando…. A pesar de que con su ley, la ley orgánica 1/2004 de 28 de diciembre, de medidas de protección integral contra la violencia de género, el estado considere que ya ha hecho suficiente. Y decimos esto porque no hay más que leerse las dos primeras páginas de esta ley para darse cuenta de que no han hecho nada. Ni a nivel educativo, ni social, ni publicitario, las cosas nos pintan igual. ¿Es el estado un maltratador de mujeres también? Consideramos que sí. Sí, porque nos invisibiliza, no tiene en cuenta los pasos que él mismo dice que hay que seguir para prevenir esta violencia: la está permitiendo. Esta es una de las consecuencias de plasmar nuestros derechos en leyes: éstos quedan diluidos y no se cumplen. Lo que no funciona no es la ley en sí, sino todo el entramado social que no hace que ésta se cumpla. Llama la atención que, año tras año, siga aumentando el número de mujeres asesinadas: a nuestro lado, la vecina, la compañera de trabajo, la conocida que iba a comprar a la misma frutería… pensamos que eso no nos puede pasar a nosotras, pero ahí está. El sistema en el que vivimos se encarga de maquillarlo para que apenas nos demos cuenta. Una sociedad jerarquizada, discriminatoria, patriarcal y capitalista, que basa su subsistencia en el mantenimiento de las desigualdades y la violencia como algo natural, integrándola en un sistema insolidario con el fin de perpetuarse. Una sociedad que nos invisibiliza porque así se ahorra una inmensa fortuna en el mantenimiento de su estructura básica. ¿Quién va a cuidar mejor que una mujer? Desde CGT queremos que las cosas cambien, por eso denunciamos esta ley, que desde su título I, no hace más que enmascarar lo que vemos todos los días: No se hacen cursos de reciclaje para l@s profesionales que intervienen en todos los ámbitos de estas situaciones. En el ámbito educativo, no se ha elaborado ninguna asignatura ni clase especial sobre igualdad efectiva ni resolución pacífica de conflictos, excepto en Andalucía, donde existe una optativa en secundaria llamada Cambio social y género En el ámbito de la publicidad, basta ver la TV un rato y dependiendo de la franja horaria, los anuncios son bochornosos, no teniendo nada que ver con las mujeres reales ni sus necesidades En el ámbito sanitario, l@s profesionales tienen un protocolo en el que hacen partes judiciales cuando atienden a alguna mujer con síntomas de haber sufrido una agresión, pero sigue haciendo falta la denuncia de la mujer. ¿Y qué decir del teléfono de atención al maltrato, el famoso 016? Dependiendo de la comunidad autónoma, te pasan con el 112, o con la policía … no siempre atienden directamente, perdiendo un tiempo precioso en pasar las llamadas. ¡Ah! Por supuesto, las llamadas tienen que ser en castellano, no se le ocurra llamar a ninguna mujer árabe, rumana o inglesa que no entienda bien nuestro idioma, porque entonces le pasan con la empresa que han contratado para traducir, todo confidencialmente, claro. Desde CGT proponemos que de una vez por todas se trate la violencia contra las mujeres como un problema de estado tan importante como puede ser el terrorismo o la crisis. No podemos seguir permitiendo que nos maten por sus prejuicios patriarcales, por decir lo que queremos y por ser nosotras mismas. ¡Harta ya de estar harta, ya me cansé, que con mi sangre se haga rico el primo del alcalde, el concejal, el diputado o el general!

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