Es triste ver cómo en esta sociedad, en la que todo es "Para ellas, por ellas... y de ellos", se sigue festejando y se da todo el bombo posible a una fiesta tan ridícula como absurda y hembrista: La de las águedas. En Zamarramala, un pueblecito segoviano de cuyo nombre tengo que acordarme, tienen la tradición de quemar un muñeco que representa a un hombre y nadie dice nada. Para más bemoles, se considera fiesta de interés turístico nacional desde hace casi 800 años.
Algunos dirán que no tiene tanta importancia. Vale, no la tiene. Es un rito antiguo, que al parcer simboliza la lucha de las mujeres contra el patriarcado y la dominación masculina. Pero, ¿qué pasaría si fuese al revés? ¿Si los hombres de Zamarramala festejasen el que pueden mandar por un día, sacasen en procesión a John Bobbitt con la pilila partida en dos y quemasen, como venganza, la efigie de una mujer? Posiblemente la fiesta nunca habría sido de interés turístico nacional (ni hace 800 años ni ahora) y a más de uno le habrían tapado la boca y movido el sillón.
El texto de la noticia es el siguiente:
Zamarramala volvió ayer a celebrar Santa Águeda al estilo tradicional, con el gobierno de las mujeres y sus aguederas que, a modo de venganza, terminan quemando en la plaza pública un «pelele» en representación del hombre. Esta fiesta de Interés Turístico Nacional, que tiene lugar desde 1227, atrajo a cerca de dos mil personas, llamadas por su popularidad y porque sus motivos aún siguen vigentes, cuando aún sigue siendo noticia la violencia machista.
La jornada comenzó cuando el párroco Jesús Hernangómez y la música acudieron a buscar a las alcaldesas, que este año fueron Milagros Torres Gete y Margarita Cygan Zelinski, por primera vez una mujer nacida en Chicago (EEUU), que llegó a Segovia hace 31 años y reside en pueblo, ahora barrio de la capital, desde hace 26 años.
En un día con una excelente temperatura, las alcaldesas con su corte de mujeres, todas ataviadas con el típico traje castellano, sacaron en procesión a la imagen de la santa de Catania (Italia), representada con los pechos sobre una bandeja, tras ser torturada.
Frente a una bella panorámica del recinto histórico de Segovia, con la sierra de Guadarrama, al fondo, con nieve en las cumbres y el revoloteo de las cigüeñas, los hombres participaron del juego de banderas y escolta de alabardas.
Se dice que son atributos arrebatados a los sarracenos en la conquista del Alcázar, conseguido por las mujeres que, ataviadas con sus mejores galas, lograron encandilarles y tomar la fortaleza, lo que les hizo entonces muy poderosas.
Tras la misa, la entrega de diplomas de aguederas honorarias a mujeres como la subdelegada del Gobierno, María Teresa Rodrigo, o la directora de teatro, Ana Zamora, mientras que el título de «Ome bueno e leal» fue otorgado a la Obra Social y Cultural de Caja Segovia, recogido por su presidente, Atilano Soto, informa Efe.
Jornada resultó de mucho público, colorido, con vistosos trajes de monteras y manteos, también hubo vino con el típico chorizo cocido, la tajada con la que tratan de aliviarse los hombres que ven cómo acaba el «pelele», consumido por las llamas.
Moneda conmemorativa Por primera vez, la Asociación de Amigos de la Casa de la Moneda de Segovia, que preside el numismático Glenn Murray, acuñó unas monedas de cobre en cuyo anverso aparece el retrato de una alcaldesa y en el reverso cuatro monumentos, el Acueducto, la Catedral, el Alcázar y la Ceca que mandó construir Felipe II, en el siglo XVI.
Las monedas, acuñadas en 2010, fueron lanzadas al público por las alcaldesas, 16 cada una, número simbólico para apoyar la candidatura de Segovia como Capital Cultural Europea en 2016.