Ah... la inocencia, bendito tesoro. Seguro que eres de esa gente que cree que vive en una sociedad patriarcal en la que los hombres somos una pandilla de dominadores abusones que pasamos por encima de las mujeres sin ningún pudor y que nos resistimos a ceder ese poder para convivir con ellas en situación de igualdad.
Quizás pienses que no eres un inocente, sino que eso del patriarcado es la realidad. Los medios de comunicación nos informan cada poco tiempo de mujeres asesinadas por sus maridos, nos hablan de violencia machista, de discriminación salarial, de techos de cristal en el mundo laboral y de todo tipo de abusos que ocurren sobre las mujeres por el mero hecho de ser mujeres. Incluso el gobierno, preocupado por el bienestar de los ciudadanos, ha creado un Ministerio de Igualdad para que el artículo 14 de la Constitución se cumpla en todo su rigor y todos seamos realmente iguales ante la ley.
Deja de mirar los telediarios y mira a tu alrededor. Fíjate en tus vecinos, en tus amigos, en tus compañeros de trabajo. ¿Realmente tienen aspecto de ser unos maltratadores? ¿Son los patriarcas de sus familias? ¿Sus hijos los temen como a un nublado por su comportamiento violento y agresivo? Tal vez sí. Quizás te relaciones con ese grupo de individuos agresivos que hay en toda sociedad, pero lo más probable es que aquellos a quienes conoces sean gente de esa que pasa por la vida sin hacer ruido y que sólo quiere tener una existencia tranquila y sosegada.
Escribí “Por ellas, para ellas... y de ellos” con la idea de contar mi punto de vista como hombre del siglo XXI sobre las relaciones entre hombres y mujeres. Diseñarlo no fue fácil, tampoco escribirlo y publicarlo se convirtió en una tarea sencilla gracias a la impresión bajo demanda y a Lulu. El problema es comercializarlo y conseguir que el público en general se gaste los 20 euros que cuesta, más los gastos de envío si lo compras directamente a Lulu. Además, hay quien dice que el público objetivo no compra libros porque está demasiado ocupado trabajando para financiar su subsistencia, la pensión compensatoria, la hipoteca de un piso en el que vive y la pensión alimenticia de sus hijos.
Lo que estás leyendo es la versión lite, de libre difusión.
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