Ya hemos visto en la "abundante" bibliografía sobre el tema que el Síndrome de Alienación Maternal no existe, no es un diagnóstico que pueda asignarse a nadie. Uno de esos anónimos que firman comentarios despectivos en este blog me hizo ver que el término estaba mal planteado porque se trataría del rechazo del hijo hacia su madre.
Anónimo tiene toda la razón, y al final eso es lo que realmente ocurre, o al menos parece ocurrir. Tras la sarta de manipulaciones, de comentarios malintencionados, de rechazos por parte de la pareja y de tantas otras cosas que ocurren en la relación y que me resultan difíciles de describir con palabras, la meta de la alienadora es que el hijo (su pareja) rechace a su madre (su suegra). La situación es bastante similar a la planteada por Gardner cuando habló del SAP.
En mi experiencia las mayores alienadoras en este sentido son las mujeres. Claro que hay hombres que rechazan a la familia de origen de su pareja, pero son menos (si les aplicásemos el cálculo de proporciones que se utiliza para la violencia de género diríamos que son tan inexistentes como la violencia con resultado de muerte ejercida por una mujer contra su pareja). A ellas las mueve el afán de poder, la necesidad de dominar ellas solas a ese hombre y consideran que sus madres, viejas conocedoras de las armas femeninas, pueden ser un estorbo. Quizás por eso sean a las primeras que atacan.
Soy consciente de que lo que aquí escribo no son más que reflexiones, que no tienen ningún carácter científico. Mi intención no es sentar cátedra, es sólo llamar la atención sobre una de las más dolorosas formas de violencia que soportamos los hombres sin poder defendernos.
lunes, 7 de septiembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario