miércoles, 30 de octubre de 2019

Me rebelo contra el patriarcado

ME REBELO CONTRA EL PATRIARCADO

Ya está bien, salgamos del armario, visibilicémonos, empoderémonos, seamos conscientes de que podemos conseguir lo que queramos sólo con nuestra voluntad, creamos firmemente en que creamos nuestro futuro con nuestro pensamiento, en que sólo enfermamos si dejamos que nuestros conflictos emocionales nos venzan, y gocemos plenamente de una libertad que nadie puede restringir.
Eliminemos ese patriarcado opresor que tanto daño nos ha hecho por los siglos de los siglos porque ése, y no otro, ha sido el enemigo, la organización tradicional del mundo público y privado, con roles diferenciados para hombres y mujeres que establece la superioridad de los primeros y la sumisión forzada de las segundas. Desde aquí renuncio a todos esos privilegios que se me han concedido por razón de sexo.
Renuncio a ser el aprovisionador de mi familia, a que mi mujer y mis hijos mayores de edad tengan que depender de mi salario como trabajador por cuenta ajena, a convertirme en la fuente de bienestar de todos aquellos que yo no elija, a las ataduras vitalicias propias de una sociedad patriarcal, a compartir mi trabajo y sus frutos con quien yo escoja. No reconozco a partir de ahora ninguna legislación que me obligue a estar con quien no quiero estar, a obedecer a quien ose intentar mandarme, que regule cómo y con quién comparto el fruto de mi trabajo. He decidido acabar con el rol machista y dominador que el patriarcado me imbuyó desde que tengo uso de razón y cuya mayor característica es convertir a todos los hombres en aprovisionadores de su unidad familiar.
Renuncio también a un entorno de trabajo patriarcal. Quiero horarios flexibles en mi trabajo que me permitan la conciliación de la vida laboral y familiar, que se me considere igualitariamente con todos mis compañeros y compañeras y que nadie perciba mayores retribuciones que yo porque todos los trabajos son dignos y necesarios y de la interrelación entre todos ellos depende que consigamos el objetivo de cada uno de nosotros. Pagar más a unos que a otros, sea por la razón que sea, es una argucia patriarcal y neoliberal que ha de ser abolida para el bienestar pleno del ser humano. Exijo que nuestras jornadas laborales se cumplan, que los trabajadores a cuenta ajena perciban sus salarios sin trampa ni cartón y que en la misma empresa todo el mundo cobre lo mismo y en las distintas empresas también.
Renuncio a un reparto de tareas domésticas en el hogar de tipo patriarcal. Quiero dejar de ser considerado el fontanero, albañil y chico para todo de mi casa, quiero dejar de hacer todas aquellas cosas que hago en exclusiva y que nunca se me han valorado, poder ir por las mañanas al mercadillo y visitar las tiendas de mi ciudad, viajar sin trabas, sentarme en el sofá a ver la televisión o a tocarme los cojones (porque esto no es patriarcal sino masculino, las mujeres también se tocan el chichi), y disponer de plena libertad de movimientos y comprarme ropa y complementos que nunca combinen entre sí para poder comprarme más y más.
Renuncio a cuidar a los mayores que no quiera cuidar, y renuncio también a tener que inventarme absurdas excusas para justificar que no lo hago. Renuncio también a tener que justificar mis acciones en esa línea porque, en el ejercicio de mi libertad, soy libre de estar con quien me dé o no me dé la gana y de financiar a quien me dé o no me dé la gana, haciéndolo cuando quiera y no cuando no deje de querer. Y renuncio a tener que aguantar a una pareja que se queje porque atiendo a mis padres y no a los suyos sin necesidad de recordarle que ella lo lleva haciendo así toda la vida.