sábado, 3 de octubre de 2009

Cenicienta, un mito hembrista


Cenicienta, más que un cuento, es un mito de la sociedad occidental. La historia de la pobre chiquilla, tratada con maldad por una familia impuesta, que sale de su agujero para encontrarse con la solución de todos sus males en forma de príncipe encantado, posiblemente estará grabada a fuego en el inconsciente de todas y cada una de las mujeres de este país, y, a juzgar por el éxito de Pretty Woman, también de la mayor parte de las occidentales.

¿Qué tiene Cenicienta que la hace especial? Que enraiza con lo más prototípico de la mente femenina casposa y hembrista. Ellas se identifican con la protagonista, una chiquilla que se pasa el día trabajando y cuya actividad no se reconoce. Se la hace convivir con la madrastra y sus hijas, a quienes bien podemos considerar como modelos simbólicos de la suegra y las cuñadas, y son éstas quienes, por pura maldad, le hacen la vida imposible convirtiéndola en una mártir de la vida cotidiana. Cenicienta, en su bondad, no muestra ningún tipo de rechazo visible hacia ellas sino que asume que la situación es así, que es lo que le ha tocado vivir y lo lleva con resignación. Al mostrar las cosas de esta forma en el cuento es fácil provocar en la niña que lo escucha rechazo y un deseo de hacer las cosas de otra forma, de liberar a la Cenicienta de la historia, pero también a sí misma cuando llegue el momento.

Una segunda parte del cuento es la que trata de cómo Cenicienta obtuvo la felicidad. Una persona todopoderosa que la protege (el Hada Madrina) y le da la oportunidad de, durante un tiempo, escapar de la tiranía de la madrastra y las hermanastras (suegra y cuñadas en la vida real), banquetes, bailes, trato de princesa, y un príncipe que reúne todas las cualidades positivas que puede tener un ser humano: Es guapo, elegante, respetado, tiene una posición de status muy alta, poder, y todo el dinero que ella quiera a su disposición, que para eso es el príncipe. Además, está dispuesto a enamorarse de la mujer que conquiste su corazón.

Por supuesto, la Cenicienta del cuento y la que la niña espera ser en la vida futura, es la candidata idónea a la felicidad que el príncipe representa, así que tiene que ser la elegida. Y, cuando eso ocurre, puede darle una patada en el culo a la madrastra y las hermanastras, cosa que hace con elegancia y diligencia, y todos nos quedamos tan anchos y frescos porque pensamos que es lo justo.

El mito de Cenicienta nos engaña, porque genera división en lugar de unión. Porque fortalece una visión narcisista y prepotente de las mujeres hacia sí mismas y una consideración del hombre como objeto a utilizar para conseguir bienestar, y también porque prescribe (y esto muchas se encargan de cumplirlo al pie de la letra) que una vez conseguido el varón-objeto hay que deshacerse de la suegra y las cuñadas. Cenicienta será suegra y también cuñada, pero eso no le importa a nadie.

Es curioso, que con tanto ministerio de igual-da y tanto énfasis en eliminar el sexismo de la educación, Cenicienta y Pretty Woman aparezcan por todas partes. "Por ellas, para ellas... y de ellos"

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1 comentario:

Anónimo dijo...

En mi opinión el cuento de la cenicienta no es sexista en absoluto. Habla se la situación de una persona en particular atrapada en un mundo en el que las personas de su propio sexo son quienes la tiranizan, y una buena persona se da cuenta de su sufrimiento injusto y quiere darle la oportunidad de ser feliz, y de conocer a una persona que la completa. En ningún momento, como se dice ahora, la historia inculca a las niñas que se pasen la vida limpiando, en todo caso, lo aborrecen porque lo pueden ver como un castigo impuesto por la madrastra. Además, al final aparece un chico que se da cuenta de ese trato injusto y dice: "Ei, nena, tranquila, que te voy a comprar un palacio y no vas a ser tú quien lo limpie". El único aspecto moral que aparece es: si te encuentras un zapato que no es tuyo, no te lo quedes, devuélvelo a su propietario. Nunca escribo nada en estos sitios, ¡pero esta última jilipollez propuesta por el gobierno me ha dejado...!En fin, me gustaría pedirle a la señora de la Veg que haga el favor de leer el cuento primero - y si no sabe, hay muchas versiones distintas en cine-, que en los cuentos de hadas, las únicas que salen perjudicadas son las brujas (si no le gustan esos cuentos, por algo será...), que deje que cada uno lea los cuentos que le gustan y no se meta en la libertad de pensamiento, y que el gobierno debería preocuparse por los temas que realmente importan a los ciudadanos (como la crisis) en lugar de hacer sugerencias estúpidas sobre los gustos y aficiones de cada individuo. Por cierto, yo me he criado viendo la película de la Cenicienta, me la sé de memoria, y puedo asegurar que mi aspiración en la vida no será nunca acaparar las tareas domésticas y privarle a él de ese entretenimiento: o se comparten o que las haga él.