Tenía que ser así, y lo sabíamos todos. El gobierno progre-sista ya es una realidad. Pedro y Pablo, que no son los Picapiedra sino los próximos presi y vicepresi del gobierno de España, se han hecho hoy la foto que refrenda un pacto que por primera vez en muchos años va a permitir al comunismo acceder a los puestos de poder en nuestro país. Pero no al famoso eurocomunismo de Santiago Carrillo, sino a un partido político que cuenta con el respaldo de más de tres millones de electores entre Unidas Podemos y un Más País desmembrado recientemente que le ha hecho un buen daño en términos de número de escaños.
Habíamos vivido con relativa tranquilidad durante estos años de atrás. Primero, el gobierno de Mariano Rajoy que supo nadar y guardar la ropa en cuanto a la perspectiva de género, no oponiéndose frontalmente a esa perspectiva pero que permitió que los grupos feministas radicales no se sintiesen tan seguros como en la época anterior de ZP. Luego, el crecimiento de Vox en la época imprecisa de Pedro Sánchez, que ha alcanzado su culminación en las últimas elecciones con sus más de cincuenta escaños, nos permitió abrir una puerta a la esperanza porque por fin se podía hablar en contra de la censura que se había ejercido anteriormente sobre todos aquellos que osásemos discrepar con el credo que se nos imponía desde todos los medios habidos y por haber. La gente de Vox se llevaban los palos, tenían que aguantar ataques personales, violencia contra sus sedes, descalificaciones continuas en prensa, radio, televisión, foros, redes sociales y todo lo habido y por haber, pero su confianza en ellos mismos y en sus ideas dio fruto, primero en Andalucía y ahora en el Estado español, tanta que superaron en votos a esas que ahora van a tener una vicepresidento en el gobierno de Madrid que, mucho me temo, con su peculiar concepción del diálogo y el interés por prestar servicios que paguen los ricos, se va a cargar aún más a esos burgueses que pueblan o poblamos las ciudades pero que acabarán, como siempre, enriqueciendo a los más ricos.
El caso es que pintan bastos para todos aquellos que no creemos en las posturas radicales, que defendemos la política económica de derechas con criterios sociales de izquierdas, que apostamos por la reducción de la deuda, por no financiar el victimismo organizado, por acabar con las mamandurrias y los chiringuitos, que entendemos que las pensiones han de ser para los enfermos de verdad que realmente no van a poder trabajar y para los abuelos que se pasaron la vida cotizando y que se merecen tener una prestación proporcional a aquello que antes se recaudó para que pudieran disfrutar de ella en el futuro. Que no nos negamos a que las personas con pocos recursos tengan ayudas, pero que dar una pensión contributiva a quien no ha cotizado y está en edad de trabajar, o está en edad de trabajar pero ha cotizado y trabaja y cobra un sueldo no es justo, que no queremos una renta vitalicia para todos por el hecho de ser ciudadanos porque eso nos empobrece y que tampoco estamos de acuerdo con los desorbitados sueldos de presidentes de consejos de administración, banqueros, futbolistas y demás individuos que se enriquecen a base de empobrecer a los demás pero a los que no se ataca porque parece que son gloria para el país, que tampoco comulgamos con que una región decida constituirse en país independiente y que apoyaríamos el diálogo entre el Estado y los dirigentes regionales no para darles más competencias ni más autonomía sino para que España recuperase funciones que nunca debió ceder ni delegar. Que queremos que los hombres y las mujeres vivamos en igualdad y gocemos de los mismos derechos, que no se nos considere maltratadores a nosotros por el mero hecho de ser hombres ni a ellas maltratadas por el mero hecho de ser mujeres, que se entienda que los hombres a quien matan más es a otros hombres que a mujeres y nadie hace nada para evitarlo, que si hay cuotas las haya para todos, también en Sanidad y Educación y que se valore el hecho diferencial del género masculino como se ha hecho con el femenino, que queremos que la vida de un ser humano aunque no haya nacido tenga un poquito más valor que la de un animal y que goce de los mismos derechos y prebendas que éstos, que creemos que nuestros impuestos deben servir para financiar nuestros servicios y que no queremos que se otorguen prestaciones a aquellos que vienen aquí de turismo sanitario o para recibir prestaciones sociales y que queremos poder ejercer libremente nuestro derecho a la libertad de expresión.
Me temo que pintan bastos para nosotros.
martes, 12 de noviembre de 2019
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