Ahora que parece que la ideología de género se ha asentado y todos aceptamos que es imposible hablar en su contra y que es mejor mantener silencio que padecer en silencio, parece que un partido político se mantiene en su postura díscola y se empeña en llevar la contraria al gran sanedrín de quienes parecen ser los únicos conocedores de la verdad. Sorprendentemente ese partido político fue la tercera fuerza más votada en las últimas elecciones generales realizadas democráticamente pero eso no parece importarle a nadie. Mi última entrada de blog fue sobre la caza de brujas a Ortega Smith, uno de los ideólogos de Vox, que ya tuvo que aguantar lo suyo y que parece que desde que contrajo el coronavirus está más aplacado. Pero ahora que se avecinan elecciones autonómicas en Madrid, que parece que va a ganar el PP y que va a necesitar pactar y sólo puede hacerlo con Vox, los ánimos se están crispando. Madrid es la capital para todo y sus elecciones autonómicas parecen sugerir el rumbo que va a tomar la política estatal y quién va a ocupar las poltronas del Gobierno, Congreso, Senado y, como decía Esperanza Aguirre, las mamandurrias allegadas.
En estos días tres personajes públicos, de esos que ocupan sillones que están asociados a ese poder que emana del pueblo, han recibido amenazas de muerte que por lo que parece vienen del mismo sitio y que están siendo investigadas. Ayer hubo un debate político en la SER, cadena de todos conocida por su "imparcialidad" política, moderado por Angels Barceló, periodista de reconocido prestigio y en un momento concreto se le preguntó a la candidata de Vox por esas amenazas, momento en que tuvo la "desfachatez" de responder diciendo que ellos reprobaban CUALQUIER tipo de violencia y que le habría gustado que también se hubieran condenado las agresiones que ellos sufrieron en Vallecas. El miembro del gran sanedrín allí presente se rasgó rápidamente las vestiduras pidiendo que se retractase de inmediato ante semejante ofensa (ella también le dijo que se podía marchar cuando quisiera y que los españoles no creemos a este gobierno), la moderadora rápidamente empezó a llamar ultraderechista a la candidata de Vox, el resto de los contertulios cerraron filas a favor del exvicepresidente del gobierno cuyo honor había sido ultrajado y de repente todos enarbolaron la bandera de la democracia ante la candidata totalitarista, ultraderechista y no sé cuántos ismos más. La escena adquirió tintes surrealistas cuando veíamos a la moderadora cogiendo de la manita al ofendido, a los otros candidatos indignados y a la Monasterio diciendo que ella había dicho que reprobaba CUALQUIER tipo de violencia, afirmación que nadie pareció haber oído y que habría sido negada de no ser porque allí había cámaras, luz y taquígrafos. El resultado es que deben haberse suspendido todos los debates electorales porque los partidos democráticos no admiten compartir mesa con los totalitaristas de Vox que condenan CUALQUIER tipo de violencia y que además de eso son ultraderechistas y fachistas, lo que equivale a decir que esos millones de españoles que les votaron también lo son.
Hace mucho, mucho, que escribí sobre la caza de brujas contra Ortega Smith. Ahora es contra todo el partido. Se sabotean sus actos políticos, se atacan las sedes de su partido, se les insulta, se les atribuye ser fascistas y totalitarios por ser ideológicamente opuestos a Podemos y sus derivaciones y nadie dice nada porque ellos son los malos y el resto los buenos, y hay que exterminarlos porque son un peligro para la sociedad.
No estoy de acuerdo políticamente con algunos de los puntos de su política, pero he de reconocer que han sido los únicos que han luchado contra el totalitarismo del género, contra el buenismo que nos invade y que permite que valga todo, contra esas ideologías radicales de izquierda que son tan dañinas como las ideologías radicales de derecha y que se han atrevido a abordar la corrupción política y la inutilidad de muchas de nuestras instituciones. Pero con lo que no estoy de acuerdo es con que la democracia sea patrimonio de los que se llaman de izquierdas y sean ellos los únicos poseedores de la verdad, con ese victimismo patético del expresidente que mira para otro lado cuando se agrede al partido de signo opuesto ni con la veleidad de esos partidos de centro-derecha y centro-izquierda que deberían gobernarnos y que están más preocupados de dar una imagen políticamente correcta que de ser políticos correctos.
Yo no creo que hacer Monasterio hiciera nada malo y sí que los demás, especialmente una moderadora que no debería llamar ulteraderecha a Vox si no llama ultraizquierda a Podemos, hicieron el más espantoso de los ridículos. Me imagino las carcajadas de Ayuso que, tan hábil como casi siempre, escurrió el bulto y estaría comiéndose un helado mientras los otros se apedreaban hasta no dejar títere con cabeza.
Todavía no tenemos ultraderecha, y esperemos que no surja. Ni ultraizquierda, porque se van a sacar los ojos entre ellos y los que no tenemos nada que ver con eso vamos a acabar pagando los platos rotos, como siempre. Lo único que queremos es vivir nuestra vida sin más mentiras y en paz, ese fue el lema de la Transición a la democracia y sigue siendo válido.
Así que se me ocurre poner alguna cita de Libertad Digital, un medio tan "imparcial" políticamente como la Ser, para ver qué opinan allí de esto:
Y, si Libertad Digital es poco, otro medio "imparcial", como es OKDiario, nos recuerda las amenazas que Abascal ha recibido de ETA y que Pablo Iglesias aplaudía sin retractarse:
Menos mal que tenemos moderadoras "imparciales" y medios también "imparciales", que si no estaríamos desinformados.
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