Me encanta la expresión "feminismo supremacista" que Vox está introduciendo poco a poco en el vocabulario colectivo, es más aséptica que la de "feminazi" que empleábamos hasta ahora para referirnos a ese patrón de comportamiento de un
Lo de no poder discrepar con el discurso de género no es de ahora. La última revisión de "Por ellas, para ellos y de ellos", que está en Bubok en descarga gratuita, la publiqué allá por los principios de esta década. Mientras la releía uno de estos días me di cuenta de que parece que el mundo cambia pero en realidad parece que el feminismo supremacista, aupado políticamente por Unidas Podemos y el PSOE, capeado como buenamente pueden por PP y Ciudadanos y criticado abiertamente por Vox, está más vivo que antes en la mentalidad del pueblo, o mejor dicho de una pequeña parte de la población que sigue creyéndose a pie juntillas que los desmanes de unos pocos a los que se presta toda la atención mediática posible representan al conjunto de la población. Su eficacia ha sido tan grande y la capacidad de juicio de todos nosotros tan pequeña que la opinión pública, al igual que hizo cuando hace más de dos mil años prefirió que se soltase al asesino Barrabás que al Jesucristo educador de masas, sigue crucificando a todo aquel que se oponga al discurso del género.
Nadie publica cuánto dinero le cuesta al erario público toda la atención que se está prestando a las mujeres por el hecho de ser mujer, ni financia investigaciones para averiguar por qué los hombres vivimos menos, ni para acabar con ese conjunto de micromachismos que llevan a considerar a la mujer superior en derechos al sexo masculino por el mero hecho de ser mujer. Ni lo hacen ni lo van a hacer porque supongo que una parte de esos presupuestos también se emplea en convencer sibilinamente a los medios de comunicación para que sigan el ideario establecido.
Estoy harto de que me llamen machista por defender los derechos de los hombres y hacerlo con respeto. De que cada vez que publico algo, sea en el medio que sea o en el entorno que sea, los voceros del feminismo supremacista, y digo con tristeza que muchas veces son más voceros que voceras, me falten al respeto y empleen palabras soeces y denigrantes para desacreditar un discurso que tiene el mismo respaldo científico que el suyo, que no se den cuenta de que estamos en el mundo de las ideas, de los significados, y que solamente caminando todos juntos por una senda que no nos lleve a la dominación de unos o unas sobre otros podremos llegar a algo productivo. Por muy desafortunadas que hayan sido las palabras de Francisco Serrano, que no voy a negar que en más de un momento de la historia reciente lo han sido, los comentarios que él y todos los que defendemos la igualdad no supremacista, han sido mucho más duros y, sobre todo, tolerados socialmente. Que yo sepa no hay ningún manifiesto para el exterminio de la mujer, ni ningún libro titulado "Todas las mujeres son unas cerdas y merecen la muerte".
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