miércoles, 1 de abril de 2009

Maltrato contra los hombres


Una creencia muy extendida en nuestra sociedad española del siglo XXI es que sólo las mujeres sufren maltrato dentro de la pareja, y en ese sentido los poderes públicos han arbitrado un buen número de medidas para proteger a las mujeres de las agresiones de sus parejas. No ocurre sólo en España, desde Beijing en 1995 (año más, año menos) la violencia contra las mujeres se ha convertido en un objetivo prioritario de los gobiernos, en una lacra social que hay que erradicar.

La hipótesis de que en la convivencia el violento es el hombre es algo tentador. El modelo social imperante en el pasado, en el que en teoría era él quien llevaba los pantalones, y una legislación que al parecer primaba los derechos del hombre sobre la mujer pudo llevar a que muchos varones se sintieran más allá del bien y del mal y se creyeran con poder para decidir sobre las vidas de sus mujeres y de sus hijos.

En nuestro siglo XXI las cosas han cambiado. Las leyes son muy protectoras con los derechos de las mujeres, y se ha producido una especie de giro de 180º de tal forma que ahora son ellas quienes cuentan con las prerrogativas "regias" que las convierten en sujetos objeto de especial protección por parte de los poderes públicos y del resto de la sociedad. Tanto las leyes como las normas de conducta no escritas las defienden hasta extremos que recuerdan e incluso superan el poder masculino de otros siglos. Ellas paren y ellas deciden, en todos los ámbitos de la vida.

Algunos hombres se creyeron más allá del bien y del mal en el pasado, cuando aparentemente gozaban del poder en las familias. Con el giro copernicano de finales del siglo XX y comienzos del XXI eso está ocurriendo con muchas mujeres. Se creen -y disfrutan de él- con poder para establecer las reglas del juego, de relación y de organización de los núcleos de convivencia, tanto familiares como incluso en el entorno laboral. Esta creencia en el poder y la asunción del papel dominante en la relación lleva a que tengan que recurrir a todos los medios a su alcance para mantener su posición preeminente, y todos incluye la violencia.

Ahora bien, ¿cómo es la violencia femenina? En algunas ocasiones recurren a la fuerza, pero en este plano la mayoría de ellas se encuentran en desequilibrio en relación a sus compañeros. Su violencia es simbólica, difícil de detectar, invisible, sutil, pasiva, pero no por ello menos dañina que la que ejercían en el pasado los hombres sobre las mujeres. La dificultad para identificarla y su daño progresivo en el tiempo son dos de sus características principales.

Los hombres sufrimos maltrato, un maltrato sutil que no podemos reclamar ante ninguna instancia porque no hay leyes que nos defiendan y porque tampoco podemos fundamentarlo. No podemos ir a la policía diciendo que nuestra mujer nos pega, al menos la mayoría, y si decimos que tenemos que escapar de nuestra casa y refugiarnos en el trabajo, el fútbol, el deporte o cualquier otra de esas "adicciones" que tanto les molestan quizás sea porque se nos ha expulsado del lugar que tendría que ser nuestro hogar, y se ha hecho por medios sibilinos e indemostrables. Podríamos hablar del rechazo hacia nuestras familias, de la manía que nuestras mujeres tienen a nuestras madres y a nuestras hermanas, de cómo ejercen un tipo sutil de violencia económica gastando sin más control que el que fuerza la ausencia de dinero en la cuenta, de cómo exigen que estemos siempre localizables, o bien trabajando o bien camino de casa, o bien realizando una actividad declarada mientras muchas de ellas disponen de todo el tiempo del día sin justificar, de cómo maltratan nuestros objetos jubilándolos mucho tiempo antes de que lo necesiten, especialmente si han sido regalos de nuestras madres o hermanas, de cómo critican las pautas educativas que seguimos con nuestros hijos, de cómo...

Y no sólo es lo que nos hacen. Es que no tenemos a quien recurrir. Porque cuando se las maltrata a ellas casi se las cree sin que tengan que aportar pruebas, mientras que cuando vamos nosotros casi se nos responde que eso es imposible, que esto es un patriarcado y que son los hombres quienes maltratan a las mujeres. No estamos tan lejos de recibir la respuesta "algo habrás hecho para que ella te haga eso".

Porque ellas pueden repudiarnos y ganar económicamente, privarnos de nuestros hijos y recibir para ello apoyo de los poderes públicos, atemorizarnos con sus comportamientos impredecibles, inconsistentes y dañinos de varias formas diferentes pra nosotros, con su lenguaje que cumple la función de apoyar lo que necesitan y no lo que "realmente" ocurre, con su rechazo, y sobre todo con ese poder aparentemente oculto que todos sabemos que tienen.

Por eso sigo creyendo que todo es Por ellas, para ellas... y de ellos

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